¿Qué son las terapias contextuales y qué tipos existen?
¿En qué consisten las terapias contextuales?
Las terapias contextuales, también llamadas de tercera generación, examinan el comportamiento de las personas en el contexto en el que se encuentran en lugar de separarse de él.
Esto significa examinar lo que una persona valora, lo que dice y cómo lo dice e incluye también analizar el comportamiento verbal de cada uno a la hora de interactuar con los demás.
Al comprender cómo el contexto afecta al comportamiento, los psicoterapeutas pueden predecir mejor la conducta del paciente y proporcionar terapias de tratamiento más efectivas.
La terapia contextual busca una comprensión del significado que se halla detrás de las emociones, acciones y pensamientos de las personas, incluyendo el contexto como parámetro. También estudia la evolución de la conducta con la interacción.
Las terapias contextuales brindan una nueva perspectiva para comprender los trastornos psicológicos y su tratamiento.
Algunos autores afirman que estas terapias son descendientes directas del conductismo radical de B. F. Skinner, según el cual la conducta humana no responde directamente a la asociación estímulo-respuesta, sino que el origen de todo comportamiento se encuentra en el efecto que los actos tienen sobre el propio sujeto, y esto incluye la noción de contexto.
Sin embargo, estar de acuerdo con esta afirmación sería demasiado reduccionista porque implicaría que los postulados de las terapias de tercera generación son los mismos que los de Skinner.
En cambio, es más exacto decir que las terapias contextuales derivan de las ideas de Skinner, aunque presentan ciertas divergencias importantes.
Las terapias contextuales incluyen hallazgos de la ciencia básica, que han demostrado resultados en el ámbito psicoterapéutico, para poder determinar el efecto del contexto y sus elementos en la conducta.
Las intervenciones psicoterapéuticas examinan las diferencias entre la “realidad” y “la realidad construida” por cada persona.
Las terapias que incluyen este enfoque son parte de una nueva forma de pensar y permiten considerar muchas otras líneas terapéuticas distintas de las clásicas.
La terapia contextual tiene una gran carga filosófica: se centra en gran medida en temas como la justicia, el perdón, la moralidad y la ética. También incluye la curación a través de las generaciones, la reconciliación y el reconocimiento.
El objetivo de la terapia contextual es conciliar estos aspectos que se encuentran en disonancia y dirigirlos hacia una cura, bien sea del dolor emocional que provocan, o para mejorar la relación del paciente con los demás y el mundo que le rodea.
El término “contextual” se refiere a todas las personas y cosas involucradas en el proceso. Además del paciente, estos incluyen todas las partes relevantes y sus interacciones.
En la terapia se consideran cuatro aspectos de la interacción contextual: los hechos, la psicología individual, las interacciones conductuales y las consideraciones éticas relacionadas con las relaciones.
Otro de sus puntos en común sería no considerar a los eventos privados y desagradables como fenómenos a eliminar, ya que conlleva una alta evitación experiencial, con el precio que impone esta dinámica.
La importancia de los valores de la persona como eje que guíe la intervención terapia varía de una terapia a otra.
Como principales exponentes de las terapias contextuales o de tercera generación estarían:
- La terapia de aceptación y compromiso (ACT).
- La terapia dialéctico conductual (DBT).
- La psicoterapia analítico funcional (FAP).
- La activación conductual (AC).
Si bien existen otros enfoques, en la actualidad los principales a día de hoy son los siguientes:
Terapias contextuales: la terapia integral de pareja
La terapia integral de pareja entiende que los problemas de pareja no solo requieren cambios de primer orden (que se modifique un comportamiento u otro).
Se deben dar también cambios de segundo orden, es decir, que la persona que realiza la queja procure aceptar el comportamiento del otro.
En la terapia integral de pareja se tiene muy en cuenta qué antecedentes y qué consecuentes son los que mantienen un comportamiento dado.
Terapias contextuales: la terapia de aceptación y compromiso
La terapia de aceptación y compromiso trata, al igual que la activación conductual, de aclarar los valores del paciente y promover el desarrollo de conductas acordes con dichos valores. Con hacer tan solo esto, el terapeuta ya tendrá mucho ganado.
Los principales objetivos de la ACT serían tratar el denominado trastorno de evitación experiencial, fomentar la aceptación y tener en cuenta en todo momento de la terapia los valores personales del cliente.
Terapias contextuales: la psicoterapia analítica funcional
La psicoterapia analítica funcional (PAF) es una forma de terapia de conducta que enfatiza el uso de la relación terapeuta-cliente. El fin es utilizar con toda su intensidad las oportunidades de aprendizaje que surgen en la sesión terapéutica.
La PAF produce el cambio a través de contingencias de reforzamiento naturales y curativas que suceden dentro de una relación terapeuta-cliente emocional, cercana y con un alto grado de implicación.
Conclusión
Las terapias contextuales o terapias de tercera generación suponen una ruptura respecto las terapias cognitivas o de segunda generación.
Se centran en aceptar y cambiar la relación que tenemos con nuestros eventos internos (pensamientos, emociones).
Proponen que el fin no sea suprimir aquellos pensamientos negativos que nos resulten desagradables, pues aparecen de forma automática y el coste experiencial es muy alto.
La aceptación de los pensamientos y sentamientos negativos como algo normal en nuestra vida es uno de los objetivos de estas terapias, algo que les chocará a los pacientes en un primer momento.
Las terapias contextuales se alejan de la forma tradicional de diagnóstico, ya que consideran que una enumeración interminable de síntomas y un tratamiento de estos no irá a la raíz del problema.
Habrá que hacer un análisis funcional de la conducta para tener en cuenta que es más importante conocer qué función cumplen estos síntomas a agruparlos en una etiqueta -un defecto que muchos le achacan al DSM-.
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