Qué debes permitir y qué no dentro y fuera de consulta
Los psicólogos impartimos terapia y la recibimos. La terapia para psicólogos representa una de las recomendaciones dentro de nuestra profesión más repetidas y aconsejadas, ya que el que “trata, debe ser tratado también”.
La terapia tiene un valor enorme porque precisamente otro profesional te da unas herramientas que tú no sabes utilizar o no tienes en ese momento. Evidentemente, el objetivo de este artículo no es dar ese tipo de tratamiento personalizado, sino sugerir que los psicólogos vayan a terapia para hablar, por ejemplo, de algunas de las cuestiones que van a ser reflejadas en este artículo.
El objetivo es hacer ver que la terapia para psicólogos la necesitamos tanto para las cosas que pasan dentro como fuera de la consulta por el hecho de ser psicólogos. Unas cuestiones básicas que no debemos permitir ni a nuestro paciente ni a un desconocido en referencia a nuestra figura como psicólogo son las siguientes.
Terapia para psicólogos: lo que no debes permitir fuera de consulta
Una de las losas más pesadas que debe soportar un profesional de la psicología es escuchar evaluaciones acerca de su conducta que, sobre otra persona, no se harían. El psicólogo es un profesional que da terapia. No es el estandarte del buen comportamiento ni fuera ni dentro de la consulta. Existen tres razones sencillas para explicar esto:
- El psicólogo solo trabaja en consulta. Igual que un informático no va arreglando ordenadores, por ejemplo, si se encuentra de vacaciones, el psicólogo abandona su rol de psicólogo cuando sale de su trabajo. Esto es lo muy básico de entender, sin embargo, fuera del trabajo, el psicólogo recibe consultas de consejos o recomendaciones, algo que puede hacer libremente pero no es su obligación.
- No existe, ni existirá “el estandarte del buen comportamiento” para el psicólogo en su vida privada. Tus evaluaciones acerca de cómo deben ser las personas es algo subjetivo, al igual de tus evaluaciones de cómo sería mejor que se comportara un psicólogo fuera de terapia. Precisamente, si algo busca la terapia es que las persones puedan vivir tal como deseen sus vidas. Y no hay una única manera de hacerlo ni para los pacientes ni para psicólogos.
- El psicólogo no debe tener más salud psicológica que la media, igual que un médico no debe tener una fortaleza mayor por ser médico. Los psicólogos viven todo igual que el resto de los mortales. Sin embargo, poseen una formación científica en el análisis del comportamiento. Ellos pueden evaluar, cuantificar y predecir conductas de otros en consulta y con los datos adecuados, no con suposiciones.
- Un psicólogo no es más intenso, ni tiene más emociones o “mundo interior” simplemente por ser psicólogo. El psicólogo no está continuamente analizando a los demás ni a sí mismo. Simplemente, podrá comentar algunos temas con más conocimiento profesional si le preguntan acerca de ello.
Todos estos puntos, aunque obvios, tienen que ser considerados por los psicólogos a la hora de poner sus propios límites fuera de terapia. Sin embargo, esto puede llegar a resultar agotador en determinados ambientes. Es mejor hacer consciente a la población de un mayor respeto hacia los trabajadores de la salud mental.
Lo que no debes permitir dentro de consulta
La terapia para psicólogos se debería dar en relación a las cosas que le pasan fuera y dentro de consulta. Para un psicólogo, el cuidado del vínculo terapéutico con un paciente es algo fundamental. Se ha demostrado que la relación entre un terapeuta y su paciente/cliente puede llegar a ser tan transformadora como la mejor técnica psicológica.
Hay ciertos aspectos en terapia que nunca deberían de suceder y sin embargo ocurren:
- Que sea el paciente el que intente llevar la terapia y no el terapeuta, señalando las pruebas y técnicas que necesita, por algo que haya “estudiado” o “leído antes”. Un paciente debe conocer la terapia que va a recibir, el paciente solo solicita lo que cree necesitar. Puede ser que ambos puntos de vista de cómo abordar la terapia coincidan, pero es solo el terapeuta el que establecerá pruebas, sesiones o técnicas.
- El paciente no debe cuestionar la vida privada del terapeuta en ningún momento. Puede ser que el paciente conozca algo de la vida personal del terapeuta y cree tener el derecho a utilizarlo en terapia si se siente mal. Por ejemplo, en una terapia de pareja el estado civil del psicólogo no tiene absoluta relevancia, ni para bien ni para mal. Cruzar esta línea es zona roja y el psicólogo deberá plantearse si esa relación terapéutica está rota.
- Hay un error entre los psicólogos que les puede llevar a empatizar demasiado con el paciente y exponer sus experiencias en terapia como espejo de lo que le ocurre al paciente. Esto debería hacerse por medio de metáforas o ejercicios, siendo las revelaciones personales algo muy contenido en el curso de la terapia. Sería un límite que tiene que ponerse el psicólogo para consigo mismo, mostrándolas solo cuando sean útiles para el proceso.
- La relación profesional debe estar encuadrada y marcada. El psicólogo debe ser un guía para el paciente, no un amigo. Si se producen llamadas o mensajes fuera de terapia, el psicólogo deberá volver a explicar al paciente la dinámica de su relación. Hay terapias en las que existe un seguimiento a través de llamadas y mensajes, pero esto no debe reforzar la conducta de dependencia del terapeuta, sino ser un refuerzo en su terapia y sus objetivos a largo plazo.
Como hemos visto, ser psicólogo es algo complejo dentro y fuera de consulta. Saber poner límites es más necesario que en cualquier otro trabajo o situación de la vida. La terapia para psicólogos debería de estar totalmente implementada en nuestra profesión para ayudarnos a acompañar sin olvidarnos de nosotros mismos.